Comentarios con respecto a un relato bĂblico
Confusion in the Garden, installation view – Mario Asef © Lund 2007
En el relato bĂblico de la Torre de Babel se cuenta la historia de la caĂda del imperio BabilĂ³nico en donde los hijos de JehovĂ¡ son los mismos Babilonios y a la vez representan simbĂ³licamente a la humanidad entera. Estos son castigados por dios al pretender construir una torre que alcance los cielos e iguale al poder celestial. El mĂ©todo que dios utiliza para detenerlos en su industria es la palabra y crea asĂ distintas lenguas que dividen a los mortales incomunicĂ¡ndolos entre sĂ haciendo imposible la culminaciĂ³n de sus propĂ³sitos.
El momento histĂ³rico del relato sucede aproximadamente en el siglo 6. A.C. cuando el imperio BabilĂ³nico se hallaba en su apogeo, su gloria militar y su mayor expansiĂ³n territorial como asĂ tambiĂ©n, aunque no paradĂ³jicamente, en su ocaso.
Los constructores de la torre fueron muy distintos a sus ingenieros, pues eran esclavos, prisioneros de guerras y no gozaban de los derechos civiles de cualquier habitante regular de Babilonia. De ahĂ la variedad de idiomas que ayudaron a dios a confundir los planes de aquella construcciĂ³n.
La historia se remite a la ruptura del imperio como forma de castigo divino que obligĂ³ a los Babilonios a huir y mezclarse entre otros pueblos para sobrevivir.
SegĂºn arqueĂ³logos la torre del relato bĂblico se encuentra en Ur y fue un Zigurat (templo BabilĂ³nico de forma piramidal) dedicado al dios Baal; el principal dios BabilĂ³nico encargado de otorgarle vida a la naturaleza. De ahĂ se deduce el nombre de Babel, que segĂºn la lengua en que se lo interprete puede significar “Puerta de Baal” o “Puerta Celestial” (del Babilonio: bab-ilu) como asĂ tambiĂ©n “ConfusiĂ³n” (del Hebreo: balal). Esta Ăºltima parece ser una interpretaciĂ³n mas bien sarcĂ¡stica que los redactores del relato bĂblico hicieron del nombre original Bab-ilu.
El interĂ©s que despertĂ³ la torre como objeto arquitectĂ³nico mĂtico de condiciones sobrenaturales tanto como su moraleja carecen hoy, a mi parecer, de importancia. Sin embargo vista la historia como una metĂ¡fora para describir un proceso imperialista de expansiĂ³n territorial que alcanza su cĂºspide y al mismo tiempo su decadencia – pues una vez alcanzada la cĂºspide no existe camino que no descienda; una vez alcanzado el polo norte todos los caminos conducen al sur – se nos presenta una interpretaciĂ³n del relato que va mĂ¡s allĂ¡ de todo discurso moral y Ă©tico exponiendo un proceso de expansiĂ³n poblacional que lo equipara con los mismos procesos de expansiĂ³n en las ciencias naturales.
Entonces tambiĂ©n nos habla de una unidad social mantenida por la fuerza. De hombres sometidos al trabajo arduo y a la asimilaciĂ³n cultural forzosa por mera subsistencia.
Visto de este modo, la intervenciĂ³n de dios mĂ¡s que un castigo vendrĂa a representar una liberaciĂ³n. Dios, que es la entidad que rige las leyes naturales, hace que se desmorone la torre antes de haber alcanzado su cĂºspide y libera asĂ a los esclavos devolviĂ©ndoles sus lenguas natales y condena a los imperiales al anonimato perpetuo, a su dispersiĂ³n que vendrĂa a implicar tambiĂ©n su desapariciĂ³n (en francĂ©s: dispersion < > disparition).
Pero el otro tema que nos preocupa aquĂ es la sordera. En este caso la confusiĂ³n de lenguas expresa la imposibilidad de gobierno. La sordera vendrĂa a ser asĂ la afluencia excesiva de informaciĂ³n acĂºstica no descifrada o descifrable. Si despreciamos la lengua extranjera es porque no la comprendemos. Nos burlamos de ella para refugiarnos en nuestra visiĂ³n del mundo. Pues cada idioma estĂ¡ expresando una determinada nociĂ³n del mundo y lleva implĂcito en sĂ una estructura especĂfica de pensamiento. Es decir que el querer dominar una lengua implica de por sĂ el querer ser partĂcipe de una visiĂ³n del mundo.
En medio de esa maza acĂºstica indescifrable de Babel, comenzamos a escuchar cuando nos confrontamos con nuestro propio idioma al que diferenciamos inmediatamente del resto del caos idiomĂ¡tico. Y que hasta lo escuchamos con mĂ¡s nitidez o con una claridad sonora que en idiomas ignorados nos es ajena.
—
Confusion in the Garden, poster A1 – Mario Asef © Lund 2007
Si se releen los pĂ¡rrafos anteriores se puede percibir en cada uno de ellos una especie de etnocentrismo que afecta mi relato pseudo-objetivo de los conceptos que componen este texto. Pero tambiĂ©n hay una carga cultural que estĂ¡ desvirtuando de antemano la informaciĂ³n original de la que me he servido para componerlo. A mi parecer este etnocentrismo cumple la funciĂ³n especĂfica de confirmaciĂ³n de nuestra identidad cultural la cual exponemos en primer plano para justificar nuestra jactada existencia. Para poner a nuestros actos en el epicentro histĂ³rico de la humanidad. Para elevar la importancia de nuestra cultura por sobre la existencia de las demĂ¡s culturas.
Seguimos construyendo torres de Babél. Seguimos alimentando un pensamiento monocentrista /monocausal.